Tras las últimas lluvias, hoy nos fijamos en los troncos de los árboles. A nuestra altura, todo recién mojado, podemos apreciar mejor las distintas manchas de color. Se trata de distintas especies de líquenes y musgos.
Aunque los líquenes crecen en los mismos sitios que los musgos y comparten muchas veces el mismo espacio (cortezas y rocas donde se acumula algo de humedad) con algo de atención, ambos grupos se pueden distinguir fácilmente.
Los musgos tienen aspecto similar a un tallo con hojas verdes, parecidos a una mini-planta. Los líquenes tienen aspectos muy diferentes: por ejemplo, unos presentan bifurcaciones a modo de ramas (arborescentes), otros semejan costras, algunos pequeñas láminas que se imbrican por encima de la corteza, y otros forman una alfombra de polvo amarillo que desde lejos llama mucho la atención.
Los líquenes son especies formadas por organismos diferentes: hongos y algas. Ambas viven beneficiándose mutuamente.
• El alga hace la fotosíntesis por lo que le proporciona alimento al hongo.
• El hongo protege al alga de la radiación y la desecación.
Con esta ayuda mutua son capaces de colonizar multitud de ambientes muy diferentes.
Los líquenes pueden ser utilizados como indicador biológico de la calidad del aire gracias a su longevidad y a que son muy sensibles a las impurezas presentes en el medio, como por ejemplo a la presencia de dióxido de azufre.
Con la humedad y la lluvia continuada de varios días, los líquenes absorben el agua y se hacen más visibles en el paisaje, llamando la atención de los visitantes del Monte del Pilar, donde se sitúa nuestro centro y Hospital de Fauna Salvaje de GREFA. Os invitamos a respetarlos y a prestarles un poco de atención. Si podéis usar una lupa para verlos de cerca ¡No dejarán de sorprenderos!